Todos queremos que nuestras prácticas de jardinería sean tan ecológicas como las plantas que cultivamos. Pero a veces, en su afán por ser "ecoconscientes", los jardineros (¡sí, incluso los más ecológicos!) pueden caer sin darse cuenta en mitos o estrategias de marketing que resultan en greenwashing : hacer que algo parezca sostenible cuando no lo es. ¿Cometes sin darte cuenta algunos de estos errores de jardinería? Exploremos cinco errores y conceptos erróneos comunes, y ofrezcamos mejores alternativas para mantener tu jardín verdaderamente verde.
Error 1: Creer sin cuestionar las etiquetas "orgánico" o "natural"
El mito: Si un producto lleva la etiqueta "orgánico", "natural" o "ecológico", debe ser bueno para el jardín y el planeta. Muchos jardineros compran pesticidas o fertilizantes con estas palabras de moda, pensando que están tomando una decisión responsable.
La realidad: las etiquetas pueden ser engañosas. Términos como "natural" y "ecológico" no están estrictamente regulados y pueden generar una falsa confianza. Una encuesta realizada por la asociación de consumidores Which? Gardening reveló que los jardineros a menudo se confundían con productos etiquetados como "orgánicos" o "naturales", pensando que eran intercambiables , y terminaban siendo engañados por etiquetas imprecisas. Por ejemplo, un pesticida puede comercializarse como "ingredientes 100 % naturales", pero natural no significa automáticamente inofensivo (después de todo, el arsénico es natural). Algunos insecticidas "orgánicos", como ciertos productos a base de aceite o jabón, pueden dañar a los insectos beneficiosos si se usan incorrectamente. Garden Organic (una organización benéfica líder en jardinería orgánica) expresó su preocupación por el hecho de que las etiquetas "ecológicas" estaban provocando que los jardineros con conciencia ecológica utilizaran productos que podrían no ser tan sostenibles como parecen .
La solución: No te fíes de los términos de marketing. Lee la lista de ingredientes e investiga los productos . Siempre que sea posible, opta por soluciones sin químicos: elimina las plagas a mano, fomenta la proliferación de depredadores (mariquitas, pájaros) o usa barreras físicas y trampas. Si necesitas información, busca logotipos de certificación (como OMRI para cumplimiento orgánico) y comprende su contenido. Además, infórmate sobre prácticas verdaderamente sostenibles; por ejemplo, usar compost y mantillo orgánico para mejorar la salud del suelo reduce la necesidad de fertilizantes. En resumen, deja que el ecosistema de tu jardín, no una botella con hojas verdes en la etiqueta, haga la mayor parte del trabajo.
Error 2: Utilizar turba como enmienda del suelo
El mito: La turba es un excelente aditivo natural para el suelo; es orgánica y ayuda a retener la humedad, por lo que es buena para el jardín.
La realidad: La turba (turba de esfagno) puede ser beneficiosa para su jardín, pero su extracción es altamente destructiva para el medio ambiente . Las turberas son sumideros de carbono cruciales: almacenan una inmensa cantidad de carbono que tardó miles de años en acumularse. Cuando se cosecha turba para la horticultura, ese carbono se libera a la atmósfera, lo que contribuye al cambio climático. Además, la minería de turberas destruye hábitats únicos para la vida silvestre. Considere esto: las turberas cubren solo el 3% de la tierra a nivel mundial, pero retienen más carbono que todos los bosques juntos . El Reino Unido (un país de ávidos jardineros) ha decidido prohibir la venta de turba a jardineros domésticos para 2024 debido a preocupaciones ambientales .
Usar turba en el jardín es un claro ejemplo de lavado de imagen involuntario: es de origen "natural", pero nada sostenible. Muchos jardineros con conciencia ecológica simplemente desconocen el impacto de la turba y llevan años usando sustratos a base de turba.
La solución: Elige opciones sin turba. Hay muchas alternativas: fibra de coco, corteza compostada, mantillo de hojas y el clásico compost casero. La fibra de coco, por ejemplo, es un subproducto del cultivo de coco y actúa de forma similar a la turba en el suelo (retiene agua y mejora la textura) sin dañar permanentemente los ecosistemas (nota: la fibra de coco tiene su propia huella debido al transporte, pero se renueva anualmente). El mantillo de hojas (hojas podridas) es gratuito y es fantástico para la estructura y la fertilidad del suelo. Además, muchos centros de jardinería ahora venden tierra para macetas sin turba claramente etiquetada ; apoya estos productos. Si has usado turba, no te sientas demasiado culpable; en cambio, conviértete en un defensor: cuéntales a tus amigos jardineros por qué cambiaste. Los jardineros tenemos un gran poder adquisitivo: si exigimos tierra sin turba, la industria la proveerá.
Error 3: Comprar muchos productos "ecológicos" de plástico nuevos
El mito: Esas nuevas macetas de plástico reciclado o ese juego de semilleros "biodegradables" deben ser buenos porque se promocionan como sostenibles. O bien, cambiar a un kit hidropónico sofisticado será más ecológico porque es de alta tecnología y eficiente.
La realidad: El consumo sigue siendo consumo. Incluso si algo está hecho de plástico reciclado o etiquetado como biodegradable, comprar más cosas cuando quizás no las necesitemos puede ser una forma de lavado de imagen que nos hacemos. Por ejemplo, las macetas biodegradables (como las de turba o ciertos plásticos compostables) son mejores que las de plástico convencional, pero si las compras en exceso y tiras las que no usas, eso es un desperdicio. Y no todas las macetas "biodegradables" se descomponen sin causar daño en el compostaje doméstico; algunas requieren instalaciones industriales. Las macetas de plástico reciclado son duraderas, lo cual es bueno, pero aun así tuvieron que fabricarse y, con el tiempo, se convertirán en residuos si no se reciclan de nuevo.
La solución: Reducir y reutilizar son prioritarios antes que reciclar, por una razón. En lugar de comprar un montón de equipos nuevos, piensa en qué puedes reutilizar. Envases de yogur, jarras de leche, bandejas para llevar: estos suelen ser perfectos para sembrar o plantar, ahorrando dinero y alargando la vida útil de estos materiales. Si compras, compra artículos de calidad que duren años (y verifica las afirmaciones; por ejemplo, una maceta verdaderamente compostable indicará los estándares que cumple). Además, comprueba si tu centro de jardinería local tiene un programa de reciclaje de macetas; muchos aceptan macetas de plástico para reciclarlas o reutilizarlas. Cuando necesites invertir en equipos, considera su fin de vida útil: por ejemplo, usa etiquetas de bambú o metal para plantas en lugar de las de plástico desechables, ya que el bambú se descompone y el metal se puede reutilizar indefinidamente.
Una buena práctica es realizar una rápida "auditoría ecológica" antes de comprar: ¿Tengo ya algo que pueda cumplir este propósito? ¿Cuánto durará? ¿Se puede reciclar o compostar? Esta mentalidad ayuda a trascender la apariencia ecológica del marketing y a centrarse en la sostenibilidad real. Recuerda, el producto más ecológico suele ser el que no compras, sino el que ya tienes.
Error 4: Sobrediseñar su jardín (demasiados insumos, aparatos y energía)
El mito: Cuantos más fertilizantes orgánicos, tierras especiales y aparatos de alta tecnología use, más sano y ecológico será mi jardín. Si un poco de compost es bueno, ¡cinco aditivos orgánicos diferentes para la tierra deben ser mejores! Y tener luces y calentadores de cultivo automáticos significa que puedo cultivar de forma sostenible todo el año, ¿verdad?
La realidad: Dedicar demasiados recursos a tu jardín puede ser contraproducente para el medio ambiente. Incluso los fertilizantes orgánicos pueden ser perjudiciales si se usan en exceso: el exceso de nutrientes puede filtrarse y contaminar los cursos de agua. Muchos mejoradores orgánicos del suelo (harina de huesos, guano de murciélago, extractos de algas) se importan de lugares lejanos, lo que conlleva una huella de carbono. Los dispositivos de jardinería de interior de alta tecnología pueden facilitar el cultivo, pero su fabricación suele consumir mucha electricidad y recursos.
Un ejemplo: usar una potente instalación de iluminación de cultivo para producir una pequeña cantidad de hierbas en interior durante el invierno podría consumir mucha más electricidad (a menudo de combustibles fósiles) que el carbono ahorrado al no comprar hierbas importadas. De igual manera, el uso de esteras calefactoras, humidificadores, etc., suma. Claro, puedes presumir de tomates de todo el año, pero ese tomate podría ser bastante carbonífero (similar a un tomate de invernadero). Como se mencionó en un artículo anterior, el cultivo urbano puede ser menos sostenible que el agrícola si consume mucha energía y recursos.
La solución: Optimiza y deja que la naturaleza trabaje por ti. Al aire libre, concéntrate en crear suelos y ecosistemas saludables, por lo que necesitarás fertilizantes o intervenciones mínimas. Normalmente, no se necesitan muchos aditivos envasados si mantienes buenas prácticas de compost y mantillo. Si tu suelo necesita un refuerzo, un análisis de suelo puede indicarte exactamente qué añadir (quizás solo un mineral o un poco de compost) en lugar de aplicar una mezcla de productos a ciegas.
En interiores o invernaderos, sea consciente del consumo de energía. Use luces LED con temporizadores (como se mencionó anteriormente) y solo la cantidad necesaria. Considere si puede cultivar algo de temporada en lugar de fuera de temporada con grandes cantidades de insumos. Por ejemplo, cultive lechuga y verduras de hoja verde en los meses más fríos, cuando crecen de forma natural, y no intente cultivar plantas frutales que consumen mucha energía fuera de temporada. Establezca algunos límites; esto podría significar disfrutar de los brotes y microvegetales en invierno (que necesitan muy poca o ninguna luz artificial) y guardar los pepinos para el verano. Además, el mantenimiento de los dispositivos electrónicos es importante: si tiene temporizadores de riego o bombas solares, manténgalos en buen estado para que duren más; reemplazar los dispositivos electrónicos con frecuencia es un desperdicio.
En resumen, la simplicidad puede ser más sostenible. Un jardín "ecológico" no tiene por qué parecer un laboratorio de ciencias. A menudo, los jardines más ecológicos se basan en métodos sencillos y de eficacia comprobada: compost rico, captación de agua de lluvia, depredadores naturales de plagas y observación y adaptación por parte del jardinero en lugar de reparaciones costosas. No solo reducirá su huella ecológica, sino que probablemente también reducirá los costos y los posibles puntos de fallo en su sistema de jardinería.
Error 5: Desperdiciar agua y no compostar: los pecados ocultos
El mito: "¡Uso tierra y plantas orgánicas, así que todo está bien!". A veces, los jardineros se centran tanto en los aspectos "verdes" visibles (como las semillas orgánicas, la ausencia de pesticidas, etc.) que pasan por alto aspectos básicos como la conservación del agua y la gestión de residuos.
La realidad: La sostenibilidad es holística. Si se riega sin control o se tiran bolsas llenas de residuos de jardín, se socavan otras iniciativas ecológicas. El agua, especialmente en muchas partes del mundo, es un recurso valioso. Utilizar agua potable en jardines sin medidas para conservarla (como el acolchado o el riego por goteo) puede ser un desperdicio. De igual manera, tirar hojas, recortes de césped o plantas marchitas significa que la materia orgánica termina en vertederos (lo que provoca emisiones de metano) en lugar de enriquecer el suelo.
Por ejemplo, un jardinero bienintencionado podría evitar con orgullo los fertilizantes químicos, pero luego recoger todas las hojas en bolsas de plástico para desecharlas, perdiendo nutrientes y contribuyendo al volumen de los vertederos. O podría usar un aspersor en pleno calor del día, perdiendo la mitad del agua por evaporación, pensando que "es agua natural, se reciclará", lo cual ocurre, pero con un coste energético para bombearla y tratarla.
La solución: integrar prácticas sostenibles básicas:
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Compost, compost, compost: Como se enfatizó anteriormente en la discusión sobre el ciclo cerrado, si tiene plantas de jardín o incluso en macetas, puede compostar al menos una parte de sus desechos. Incluso si no puede compostarlo todo en casa, intente triturar hojas y recortes de césped en el césped o los parterres (¡el mantillo de hojas es fertilizante gratuito!). Muchos municipios también tienen programas de compostaje o puntos de recogida de desechos de jardín; úselos en lugar de la basura. El compostaje no solo reduce los desechos, sino que también reduce la necesidad de fertilizantes al devolver los nutrientes al suelo.
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Ahorre agua: Riegue temprano por la mañana o al final de la tarde, no al mediodía, para minimizar la evaporación. Use una boquilla o regadera para dirigir el agua a las raíces de las plantas en lugar de rociar indiscriminadamente. Instale un barril de lluvia si tiene techo: incluso 100 litros ahorrados son 100 litros menos que se extraen del suministro municipal. Cubra el suelo con mantillo; una capa de paja, virutas de madera o incluso hojas caídas puede reducir considerablemente la necesidad de agua al mantener la tierra húmeda. Agrupe las plantas sedientas y las resistentes a la sequía por separado para no regar en exceso a las resistentes y atender a las que necesitan agua. Estas prácticas son sencillas pero efectivas. Reducen la presión sobre los recursos hídricos locales y la energía utilizada para llevar agua a su grifo.
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Cuidado con la escorrentía: Más allá de la cantidad, considere la calidad del agua. Evite que los fertilizantes (incluso los orgánicos) se filtren por los desagües pluviales. Esto significa no fertilizar justo antes de lluvias fuertes y usar solo lo que las plantas necesitan. Cree jardines de lluvia o franjas de protección con plantas resistentes para captar la escorrentía en su jardín. Esto previene la erosión y filtra el agua de forma natural.
Al abordar estos aspectos fundamentales, se asegurará de que su jardinería sea verdaderamente verde desde el principio, no solo en apariencia.
En conclusión:
Es fácil dejarse llevar por los aspectos positivos de la jardinería; después de todo, cultivar plantas nos da una sensación de bienestar. Y, de hecho, la jardinería puede y debe ser una actividad sostenible. La clave está en seguir aprendiendo y cuestionando nuestros hábitos. Evitar el "lavado verde" en el jardín implica ser tan cuidadosos con las aportaciones y los hábitos como con los resultados.
En caso de duda, recuerda el mantra: trabajar con la naturaleza, no contra ella. La mayoría de los errores mencionados se deben a intentar imponer demasiado (ya sean productos, tecnología o esfuerzos mal dirigidos) en lugar de dejar que los procesos naturales nos ayuden. Cuanto menos forcemos y más facilitemos, más verdes serán nuestros jardines.
Así que, revisa tu cobertizo y tus rutinas para detectar estas prácticas poco ecológicas. Cambia la turba por compost, el plástico por soluciones recicladas y promueve el conocimiento. Tu jardín (y el planeta) te lo agradecerán con plantas más sanas, menos residuos y la tranquilidad de saber que estás cultivando de forma sostenible, sin necesidad de greenwashing.